viernes, 6 de diciembre de 2013

ARTE/DISCURSO/RELATO.


Ayer jueves, 05 de diciembre, asistí en el Espacio B de Madrid a una "Visita dialogada" entre  Virginia De Diego y Rosell Meseguer, de la exposición del colectivo De Diego/Larred.
Confieso que asistí por una doble curiosidad: por una parte, lo de "visita dialogada" me resultó chocante. ¿Diálogo de qué y sobre qué? ¿sobre la obra expuesta? Pero, ¿no habíamos quedado que las obras deben hablar por sí mismas y que los autores, después de hacerlas públicas, no debían decir nada sobre ellas, puesto que lo que tenían que decir ya lo habían dicho con/en las obras, y que éstas deberían "valerse" por sí mismas?

La segunda curiosidad era por conocer a Rosell Meseguer, de la que tenía alguna referencia, por su trabajo en el "Archivo de Creadores de Madrid". Vista, oída y conocido algo de su curriculum, entiendo perfectamente el por qué de su presencia y su interés en la obra del colectivo De Diego/Larred. Tienen mucho en común : Archivo, Memoria, Fotografía, ...

Dicho esto vamos al meollo de la cuestión: arte/discurso/relato. Para nadie es un secreto que "arte" es un concepto escurridizo y en continuo cambio. Hoy por hoy, podemos distinguir entre los objetos de arte, la historia del arte, el mercado del arte y el arte mismo. Y su discurso.

El discurso del arte está a caballo entre los objetos, la historia y el mercado. Así, sabemos que el discurso del arte fue, durante siglos y en el contexto eurocentrista, el de la iglesia y el poder. También podemos decir que el romanticismo introdujo en el arte el discurso del artista y su ego. En la actualidad el único discurso del arte -por mucho que se nieguen a reconocerlo los artistas- es el del mercado.

Y llegamos al relato; pero debemos hacer un pequeño rodeo aclaratorio sobre esto del relato en su acepción más reciente. En el marketing 2.0 lo que triunfa es el relato. Cualquier gurú de la mercadotecnia sabe y predica que, al comienzo de cualquier presentación, hay que "contar un relato". Y si es referido a la experiencia personal mucho mejor. Igual pasa con las empresas. Y si una empresa no tiene un relato que contar, lo tiene realmente difícil en el mercado de la globalización.

Todos conocemos la historia de esa empresa triunfadora que empezó en un garaje; o la de esa marca de diseño de ropa sevillana que es el nombre de los dos perros de su propietaria, o la del coche que lleva el nombre de la mujer del fabricante, ... El relato es lo importante en la mente del consumidor. El producto, en cuanto que hemos asumido que la calidad es similar entre todos ellos, es lo de menos.

Y por aquí llegamos al arte de hoy, a la exposición "Ich bin eine ruine" ¿? y a la visita dialogada. La exposición es exigua: 4 piezas en la planta superior y una más en el sótano. Las cuatro piezas de la sala, todas de igual tamaño (+- 1x1), son impresiones sobre papel blanco de grueso gramaje, como el usado para imprimir grabados, de fotografías de ruinas. B/N difuso y grisáceo. En dos de las fotografías puede verse la silueta de una persona y en otra de ellas, el contraste entre las ruinas de un edificio antiguo¿? en primer término y uno moderno al fondo de la foto. La pieza del sótano es una impresión sobre metacrilato, iluminada por atrás, en la que, si se busca, puede llegar a entreverse la imagen de otra ruina.

Las fotografías están montadas sobre un bastidor de madera clara y tres hojas de papel grueso y granuloso de las que sólo puede verse la hoja superior. De las otras dos sólo se ven los cantos laterales. El tratamiento aplicado a las fotografías, así como la superficie sobre la que están positivadas, confiere a las imágenes una cierta "neblina o bruma" que acentúa el aire gris del motivo, difumina el contraste, amortigua las sombras y puede transmitir algo así como nostalgia y poesía (no son fotos-documento, como aseguró uno de los asistentes).

En la sala superior también hay una publicación que puede rasgarse y separar sus dos partes, a modo de "catálogo/merchandising" Ambas publicaciones 15€, una sola 8€. Las dos contienen fotografías B/N de ruinas.

Dicho esto, es el momento del relato. El oyente se entera de que lo que ha visto es el resultado de dos años de trabajo y ha sido producido gracias una beca que sirvió para financiar la investigación previa y un viaje en autocaravana Madrid, Belchite, Oradour (Francia), Bélgica, Holanda, Berlín y vuelta. Se entera también, aunque lo sospechase por la foto de una pintada que aparece en el "fancine/catálogo" donde se reproduce la letra de una jota que habla del desaparecido pueblo de Belchite (Pueblo viejo de Belchite, ...) Claro que esta es una referencia para los españoles mayores de digamos 35 años, ya que los que no llegan a esa edad, o no son españoles, difícilmente saben que Belchite fue el escenario de una de las mas sangrientas batallas de la guerra civil española. El oyente se entera también de que todas las fotos son ruinas de "la guerra" (En realidad las guerras: la civil de España y la 2ª Guerra Mundial en Europa), pero viendo las piezas nadie puede afirmar que las ruinas sean producto de las contiendas y no del abandono puro y simple.

Se entera también el oyente de que las fotos han sido realizadas con una vieja cámara de 6x6 de los años 50 y usando carretes en blanco y negro de 12 exposiciones. Que se usaron muchos carretes y que existen muchísimos negativos. Que no ha habido ningún tratamiento digital de las imágenes, ni siquiera para limpiar el "ruido". Que finalmente, contando con mucha ayuda por parte del comisario (¿de la muestra? ¿de la beca?) se seleccionaron hasta 14 tomas para positivar. Que en el proceso de revelado/positivado se utilizó papel de seda (Muy posiblemente el causante del difuminado de las fotos). Que en la galería hay otros dos soportes con fotografías que no se han colgado. Que en las hojas de papel que hay debajo de la que está a la vista, en algunos casos hay imágenes. Piensa el oyente que alguien que haya visitado la exposición y no haya asistido a la "visita/conversación", de todo esto no sabe nada.

Tampoco sabe el visitante inadvertido que el título de la muestra "Ich bin eine ruine" es una cita de la primera visita de Kennedy (John, por supuesto) a Berlín, donde dijo "Ich bin eine berliner". Y si llega a saberlo, lo que no sabrá es cómo relacionarlo con la muestra. Ni que igual que se han seleccionado estas 14 tomas, podrían haberse seleccionado cualquiera otras  porque "todas las ruinas son la ruina", y aunque conozca aquello de "Una rosa es una rosa, es una rosa, es una rosa" y que "todas las rosas son la rosa", nada en la muestra le dará pie para sospecharlo. Ni sabrá que las fotografías expuestas siguen el orden del itinerario seguido con la autocaravana (Belchite, Francia, Berlín, empezando por la primera por la izquierda y continuando en el sentido de las agujas del reloj.

Cuando se ha asistido a la conversación De Diego/Rosell, uno llega a saber que además de las fotos, se recogieron restos en las diferentes localizaciones, que ya se hizo una exposición previa donde se expusieron esos restos (PhotoEspaña 2012) en el Instituto Italiano de Diseño, que el comisario fue Pedro Medina y que en la documentación de esa exposición, el comisario hace el relato completo a través del cual el inadvertido visitante puede enterarse de lo que las piezas expuestas no cuentan: "el relato".

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