viernes, 4 de marzo de 2016

EL MECHON DE LA VIOLINISTA. RELATO.


EL MECHÓN DE LA VIOLINISTA



Apenas han sonado unos cuantos compases cuando, a la segunda violín del quinteto, se le ha soltado un mechón de la media melena y se le ha venido a la cara.

Un mechón largo y estrecho que le llega, en arco, desde el centro de la frente hasta la curva de la mandíbula.

Atraviesa la cara justo sobre el ojo derecho y le dificulta la lectura de la partitura. La partitura no es fácil: “Quinteto de cuerda con contrabajo” de A. Dvorak. Y exige una coordinación perfecta, sobre todo con la primera violín, que está situada también a la derecha.

La segunda violín inclina la cabeza con la intención de separar el mechón para poder ver mejor la partitura. Pero tiene que levantarla de nuevo para mirar a la primera violín. El mechón vuelve a caer sobre el ojo.

No puede hacer gestos violentos o levantar la cabeza, para evitar el mechón, porque tiene que sujetar el violín con la barbilla girada a la izquierda. No puede apartar el mechón con la mano que sujeta el arco porque la interpretación le exige el uso continuado del arco. Se nota que está sufriendo. Hasta modifica ligeramente su posición en la silla.

El público escucha atentamente la música. El concierto sigue adelante. La segunda violín sufre. 
De pronto, con un movimiento espontáneo, natural y ni siquiera rápido de su mano derecha, la segunda violín ha fijado el mechón rebelde detrás de la oreja. Todo sigue igual. Excepto el mechón. Pero ahora la música suena mejor.

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