miércoles, 8 de febrero de 2017

OPERACIÓN VÍDEO_34








CUARTO CAPÍTULO







     Nos lo han dicho muchas veces. Lo creímos entonces y lo creemos ahora: La sequedad que da escribir un cuarto capítulo sólo se cura escribiéndolo. Siempre nos queda la posibilidad de releerlo y decidir si lo incluimos o no. Por otra parte escribir es fácil. Poco más o menos, lo hace todo el mundo. (Aceptada. Todo el mundo menos los analfabetos, que todavía son muchos) Lo difícil es pintar. De eso sólo saben los pintores muertos. (Denegada. Los vivos, incluidos quienes gozan de reconocimiento y hasta venden, en verdad que tampoco saben cómo van a pintar su próximo cuadro. Excepto Eduardo Guillermo Pérez Villalta: dice que antes de pintar ya lo sabe absolutamente todo del cuadro.) Pintar es un acto vital. Mucho más primitivo que escribir. Es un acto cercano a lo animal. Y es extraño que haya tan pocos animales que pinten. No es difícil imaginar al león o a cualquier otro depredador, arañar la corteza de un árbol y mirar las estrías que sus garras dejan. Yo imagino las panteras, tumbadas en el suelo, entre la somnolencia que dan el triunfo en la caza y la pitanza consiguiente, moviendo sus zarpas indolentes, dejando dibujos en la arena. Lo que viene al caso es que hay pocos animales que pinten. Algunos que disfrazan sus nidos, otros que se maquillan la piel, los que cambian de color y alguno otro que se nos pase. Y a pesar de eso, pintar es un acto cercano a la animalidad instintiva. Cualquiera que pinte tiene que sentirlo así. Ahí están los colores, llamando insistentemente. Las densidades de cada color, invitando. En bote, en tubo, en lata.

     Ahí está el papel, los papeles con sus distintos gramajes y porosidades. Las telas, con su imprimación satinada o áspera, los lápices y sus minas grasas o secas, gruesas o finas, duras y blandas, los pinceles de todos los pelajes, las brochas, las aguas y sus transparencias, las acuarelas, las ceras, los sutiles pasteles y los lápices de color acuarelables. La tinta china, la témpera, el gouache, los acrílicos, arenas, maderas y pigmentos. Huevo, cera, aceite, barniz, geso y alkil. Luces y volúmenes, distribuciones, masas, perspectivas, encuadres y contenidos. Todo eso y mucho más está ahí. Sólo hay que luchar con ellos, no contra ellos, aunque a veces se rebelen y tengan su propia voluntad incontrolable. Pintar es el movimiento continuo. Adelante, pincelada, atrás. Más pinceladas, más masa, más color. Atrás, más atrás. El espejo. Agacharse, mover el brazo y la cintura y los hombros y todo el cuerpo, detrás de la punta del pincel. Macerar pigmentos. Batir el alkil y el geso. Montar el papel. Sólo gestos. Sólo acciones. Casi excluido el pensamiento. Sólo la percepción del color y la forma. (La luz es de Velázquez, del cine y la fotografía) Extender la tela, acariciarla y sentir cómo se va transformando su tacto a medida que el color la cubre. Y las tierras y las marmolinas, que dejan su caricia puntiaguda en la palma de la mano. Y el color que crece o se difumina junto a otros colores. Y las costuras de las telas. Y el exquisito blanco. Pintar es una forma del tiempo, como la vida misma. Pintar es sentir. Estar en medio de la calle y sentir: Acevedo. Pavimentos Plásticos. Papeles Pintados Ramos. Boutique Martos. Banco de Santander. Plaza de Lavapiés. Viajes Rodas, S.A. Renfe. Aviaco. Perfumería Comercial Merly. Artículos perfumería peluquería tinte tratamientos. Visita G. Manzana n.º 33. Calle del Ave María. Calle de la Fe. C/ Magadalena reservada al transporte público. Laborables de 08 a 21 H.

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